sábado, 18 de enero de 2014

Dia 4.


18/01/14

20:32

Hoy ha sido un día muy largo. Recién llegado de las nubes, he tenido que organizar un evento de sorteo para la página nueva de Charlie Tattoo Art, para celebrar el número 300, con un tattoo gratuito entre los participantes.

Tambien he estado en el centro frikeando en las tiendas de comics un poquito, que ya hacía tiempo desde la última vez.

Aún así, el tiempo no acompañaba. Mucho aire frío y sobre todo lluvia, empañaban lo que podía haber sido un buen sábado que solo a la hora del aperitivo ha estado soleado y el clima ha dado un poco de tregua.

Después de organizar la agenda y concluir las conversaciones para las diversas citas que me esperan para estas semanas, por fin he tenido tiempo para mí. He aprovechado para leer un buen comic de Batman: Terrores Nocturnos; y un poco de la biografía de Rasputín, ese hombre follaba más que Nacho Vidal fijo.

Ya después de coger unas mancuernas y darle un poco de caña a los brazos, me tocaba salir a correr con la lluvia. Estaba bastante perezoso, sobre todo porque todo el día he ido un poco a matacaballo y aún me esperaba una cena de cumpleaños. Asi pues, me he tenido que abrochar las deportivas y bajar a ello.

Al salir, respirar el aire frío y empaparme la cara con la lluvia me ha despejado lo suficiente para ponerme a correr y cagarme en todo a la vez. Para los que no lo hayan comprobado, respirar únicamente por la boca cuando hace frío es bastante jodido, y erróneo según los entendidos. La boca se reseca, la garganta se resiente y el ritmo se ve afectado. Aunque cueste, lo mejor es nariz-boca, nariz-boca, siempre, hasta que uno coordine el ritmo de pisadas con la respiración. A mí de forma natural, una vez concentrado solo en respirar y mantener el ritmo, ya sea en llano, subida o bajada, inspiro y expiro durante tres pasos y cambio al cuarto.

La calle hoy ha sido el problema. Ya sea por los conductores que se saltaban los semáforos por el mal tiempo, los transeúntes con paragüas que intentaban matarte y que casi me hacen perder dos veces un ojo, también estaba el problema del suelo resbaladizo.

Salir todos los días a correr y mantener el ritmo pase lo que pase, se ha notado considerablemente en el recorrido. Ya subiendo por Marcenado hasta el cruce con Pradillo, las piernas estaban frescas y la respiración se mantenía firme y cómoda.

Sorprendentemente, la recta final ha sido bastante más cómoda, dando buenos presagios de que dentro de un par de semanas forzosamente habrá que aumentar el recorrido o la intensidad.


Ahora, una buena ducha y prepararme para comer como un gordo que me lo he ganado. ¡A festejar!

viernes, 17 de enero de 2014

Dia 3.

17/01/14

20:24

Tercer día. Hoy hace un viento frío frío. Las temperaturas han bajado y ha llovido. De hecho me ha llovido encima, aunque por suerte ha sido leve.
Me esperaba un cansancio mayor en las piernas y sobre todo pulmonar. Sin embargo, para mi sorpresa, he llegado a Ramon y Cajal con Marcenado casi con la boca seca, apenas una leve fatiga en las piernas y la respiración rítmica e incesante no iba forzada.

Ha sido un día duro el de hoy. Gamonal ha conseguido detener las obras. He visto también un video de respuesta a la famosa carta de un policía, video hecho por un ex policía con bastante seriedad y humildad. 

Mi cita de las 18h para tatuarse no se ha presentado, ni ha dado señales de vida, algo que por desgracia sufrimos en esta profesión más de lo que quisiéramos, por gente maleducada o que no tiene en consideración el tiempo de los demás.

Como el día, hoy era gris y pesado para mí. He aprovechado el día en diseñar y adelantar futuros tattoos, bajar al gym a entrenar un poco mi pobre y desatendida espalda, leer la biografía de Rasputín, más que interesante para cualquiera que le gusten las historias con tramas monárquicas y libertinaje por doquier.

Estaba frente al ordenador ya, viendo videos en Youtube y se acercaba la hora de correr. Curiosamente hoy no sentía pereza, incluso tenía ganas de ponerme de nuevo a prueba. Mis agujetas estaban apenas visibles, y me encontraba bastante enérgico aún después de la sesión de pesas.

Al salir, el golpe de aire frío me ha quitado las ganas. Por suerte, ya me he hecho con unos guantes. He ajustado la aplicación de Running, y me he puesto manos a la obra. Lo dicho, leve fatiga en las piernas, el ritmo de respiración me sigue costando cogerlo al principio, pero una vez comienzo a verme forzado, mi boca se hace cargo del aire y casi inconscientemente lo controlo. Solo me concentro en seguir, en respirar y mirar al suelo, ya que mirar al horizonte a veces, cuando me siento bastante fatigado, solo ayuda a que pase por mi mente que queda mucho, que no voy a aguantar y la tentativa de dejarlo. Asi que mirada al suelo, y seguir moviendo las piernas y los brazos bajo la lluvia.

El último tramo final, para variar, se ha hecho duro, aunque un paso más en mi progresión hay que añadir, solo las tres últimas calles. Contento, he mirado la aplicación, y para mi sorpresa, la mierda esta no tenía el GPS reconocido, asi que solo me ha marcado el tiempo: 11min 52seg.

Si, parece poco, y supongo que lo es. Que quizás necesitase más tiempo, o un recorrido más largo, no lo sé, pero por el momento, a mi me sirve. Creedme cuando digo que vengo empapado en sudor, y los primeros minutos después de parar, hacer algo que no sea respirar se hace complicado. Es poco tiempo, pero las pendientes que suben y bajan compensan quizás esa marca.

El barrio de Prosperidad, en mi opinión, se hace idónea para eso. Tiene cuestas empinadas, bajadas también bastante precipitadas, pendientes largas que se hacen duras y desniveles que la convierten en una buena elección para hacer una carrera, que sin bien corta, no falta de intensidad ni intervalos. Por eso quizás, el recorrido que escogí el primer día, un poco al azar, ha sido el adecuado.


Ahora sin más, ducha y a comerme un sándwich de pavo, una manzana o plátano y un yogurt griego. xD 

Buenas noches.

jueves, 16 de enero de 2014

Día 2.


16/01/14

20:46

Segundo día. Con terribles agujetas en los tobillos, cuádriceps y glúteo, he bajado con mis pocas ganas a correr. Nada más empezar, corría como un pato cojo, aunque en menos de un minuto, al calentarse los músculos, volvía a sentirme cómodo y mis piernas respondían igual de bien.
Esperaba, ya fuese por las agujetas o por el cansancio de las piernas de correr el otro día, que mi ritmo sería más lento, pero para mi sorpresa, ha sido incluso un poquito más rápido que la otra vez.

La respiración sin embargo, casi antes de llegar a Plaza Cataluña, ya era forzosamente utilizando la boca y la masiva salivación que padecí el otro día, apenas estaba hoy presente. He corrido esquivando gente y recibiendo de cara el viento frío que hace estos días, lo que me dejaba las manos heladas y los brazos a través de la sudadera también bastante fríos. Ahora comprendo a esos corredores embutidos en mallas y ropa térmica.

Aún con todo, el ritmo y mi concentración no se han resentido. Hoy he tenido menos tiempo para pensar en mis cosas. Apenas puedo recordar si he pensado en algo. Más bien tenía la mirada fija en el suelo o en el horizonte, sobre todo en las cuestas, y me concentraba en respirar. Las piernas y el impulso de los brazos no decaía, y mi ánimo tampoco.

La cuesta del Parque Berlín, la calle Marcenado, pensaba que iba a ser dura, pero sin embargo la he subido sorprendentemente cómodo. Mientras veía algún corredor parar a la mitad o todos de bajada, yo subía escalando paso a paso sin ceder a la tentación de bajar el ritmo. Una vez arriba, me alegraba de que Marcenado fuera en descenso, porque aunque la pendiente me obligaba a subir un poco el ritmo, la respiración comenzaba a ponerse seria.

Ya cuando había llegado al cruce con Sanchez Pacheco, he decidido probar a alargar un poco más el recorrido. Siguiendo por Marcenado que ya volvía a subir en pendiente, he llegado Hasta García Luna, donde he girado y subido toda la calle intentando aguantar lo máximo posible el ritmo.

Mis ojos ya los tenía clavados al final de la calle, mi meta del día. Cada cruce que pasaba, cada esquina que superaba, me decía a mí mismo: “tres esquinas, dos esquinas, una esquina…”. A estas alturas como supondréis, andaba ya rozando un poco la línea de lo que se diría cómodo y agitado, a estoy jodido y no puedo más.

Por fin, al llegar al final, me he detenido. Ojos llorosos, la respiración a tope y el pulso bastante acelerado. El hormigueo caliente de las piernas se agradecía en contraposición a las manos heladas, ¡heladas!, que tenía.

Con todo, otro día más que consigo mover el culo. Y es que todo se concentra en eso. En bajar a la calle por mucha pereza que de. Por mal tiempo que haga. Solo salir y correr…

martes, 14 de enero de 2014

Dia 1.

14/01/14
21:19 p.m.

Debería presentarme, pero total, poco a poco iréis conociéndome...

Acabo de volver. Mi primer día de correr. ¡Y menuda experiencia! 

Sorprendentemente, mis piernas no han flaqueado, mi rodilla, la cual me lesioné practicando Muay Thai, se ha recuperado ya por completo.

El ritmo ha sido agradable y mucho más aún ha sido poder ir por la calle, subir cuestas, bajar cuestas, recorrer parques y cruzarme con gente que tenía la misma expresión de concentración y dolor que yo. El frío esta noche era liviano, así que no ha sido demasiado molesto. Con un gorro de lana, una sudadera y unos pantalones de chándal, y las deportivas de correr por supuesto, he comenzado el trote.

Al principio se trataba de una primera toma de contacto. He subido la cuesta de mi calle y me sentía relativamente cómodo con el ritmo, la respiración y el clima. Las energías no me abandonaban, así pues, cuando he llegado a la esquina, he decidido seguir adelante, llegando a la plaza de Cataluña por Príncipe de Vergara. Los semáforos estaban abiertos, y como seguía sintiéndome bien, he decidido seguir un poco más.

La calle es grande y las aceras espaciosas, por lo que la gente no me molestaba. La respiración se había hecho rítmica sin percatarme, y empezaba a salivar bastante. Para cuando he llegado a la Avenida de Ramón y Cajal, he tenido que escupir la saliva que ya se hacía molesta en la boca. Las piernas seguían fuertes y mis energías estaban aún decentemente bien. Había pasado un año, doce meses enteros desde que había hecho algún ejercicio de cardio. Y lo que más me preocupaba, era la infinidad de comida basura que este tiempo había ingerido. Entendedme, no soy un loco de la nutrición, pero comer todas las semanas hamburguesa, pizza y cosas por el estilo, aparte de Coca-colas de viernes a domingo, hacía que estuviera bastante preocupado por mi rendimiento a la par que había observado un vientre tapado y con cierto michelín, no muy alarmante, pero sí molesto.

Pues bien, con la emoción del primer día, y mi aún decente ritmo, decidí subir bordeando el Parque de Berlín, por la calle Marcenado. Es una cuesta larga, con cierta pendiente, y ya pensaba que eso podría conmigo, sin embargo, cuando ya estaba en la cima, sentía que a excepción de la saliva que no paraba de formarse como un lago en mi boca, estaba en bastantes buenas condiciones. Mi concentración en este punto del trayecto ya estaba totalmente centrada en la respiración. Inhalaba por la nariz y exhalaba por la boca. 

Cabe decir que no tengo ni idea si era lo correcto. No soy corredor, ni siquiera aficionado, y durante la ascensión, había probado a coger el aire por la boca y expulsarlo por la nariz, siéndome molesto e incómodo, así que me concentré en el camino y terminé por encontrar que a la inversa aguantaba mejor y me sentía confortable con el ritmo que había cogido.

Había tratado de mantener el ritmo tanto en llano como en ascenso, y ahora me tocaba bajar la calle Marcenado hasta la cuenca que cruza con Sanchez Pacheco. Aunque la tentación de acelerar mientras me dejaba caer era grande, preferí seguir el mismo ritmo que únicamente me hacía salivar y seguía manteniendo las piernas fuertes.

Para cuando giré por Sanchez Pacheco, comencé a notar mi “tope”. Las piernas estaban aún fuertes, pero el pecho comenzaba a molestar y la respiración ya me forzaba a respirar únicamente por la boca. He de admitir que los últimos cien metros han sido un calvario. Aparte de la molestia, la respiración era casi imposible controlarla para que no fuese forzada. Al llegar a la esquina de Vinaroz, y mi última recta, estaba ya deseando detenerme.

Admito que lo pensé, y hasta me vi tentado, pero ya que había llegado tan lejos, no iba a empezar tirando la toalla. Escupí por última vez y pensé: “El dolor del pecho es tu cuerpo purificándose de toda esa comida basura”.

Por fin llegué. Las piernas me hormigueaban. Sentía los abductores congestionados y el pecho seguía molestando al igual que los ojos. La respiración aún estaba forzada pero me sentía “bien”. Me sentía que había hecho lo correcto y algo bueno. Sentía que este primer mes iba a ser jodidamente duro y que la pereza mañana mismo me iba a atacar para no volver a pasar por esto. Pero aún así, lo había hecho.

Parece tonto. Solo has dado una vuelta a quince manzanas, comprobado con el maldito Google Maps, ¡Quince! Para estar pesando 80kg y con más o menos un porcentaje de 35-40% de grasa, un año completo de comer mal y practicar apenas deporte, para mí había sido una tarde mágica. Una prueba de voluntad y un severo choque para mis músculos adormecidos.

Ahora, mientras escribo esto, aún con las deportivas y los pantalones puestos, el pecho ya relajado, y una sensación liviana en el cuerpo, fatigado y con unas tremendas ganas de una buena ducha, puedo decir que mi primer día, ese pequeño rato que he pasado solo, conmigo mismo, recorriendo el barrio y poniendo a prueba mi determinación, ha sido genial.


No quiero pensar en mañana. Me da pereza solo de pensarlo. No quiero repetir. Y al mismo tiempo, sé que pienso hacerlo…